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Comparecencia en Comisión de Sanidad del Senado

Referencia 715/000607 (17/03/2022)


DS Senado. Núm. 342 (17/03/2022)


Comparecencia del Presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), D. Jesús Díez Manglano, ante la Comisión de Sanidad y Consumo, para informar de la situación de la atención hospitalaria en España de los pacientes con COVID-19.


Intervenciones


El señor presidente lee el punto que figura en el orden del día.


El señor PRESIDENTE: Continuamos con la sesión dando paso a la comparecencia del presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna, don Jesús Díez Manglano. Antes de nada, me gustaría pedirle disculpas al presidente porque es verdad que han comparecido muchas sociedades científicas y precisamente la de medicina interna es la última en hacerlo. Pero para hacer de la necesidad virtud, quizá ahora tengamos una visión con más retrospectiva y podamos sacar alguna conclusión diferente a las que sacamos en las comparecencias previas.


Así que, sin más dilación, le cedo la palabra al presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna.



El señor PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MEDICINA INTERNA, SEMI (Díez Manglano): Muchísimas gracias, excelentísimos senadores y senadoras por recibirnos aquí en el Senado para poder representar a la Sociedad Española de Medicina Interna y comentarles un poco nuestra visión sobre la pandemia y la situación sanitaria que tenemos ahora en España. Realmente no quiero insistir, porque todos ustedes saben lo que es la medicina interna, que se define tanto por las asociaciones médicas europeas y nuestro Ministerio de Sanidad como por los profesionales. Es una disciplina de profesionales que atiende a las personas con enfermedades complejas con un carácter global, que tiene un paradigma de actuación preferentemente hospitalario y que valora sobre todo la atención integral a los pacientes agudamente enfermos y a los pacientes con condiciones crónicas.


No voy a insistir en cómo ha ido la pandemia de la COVID porque ustedes lo conocen muy bien, lo que yo les presento son datos relativos a siete u ocho días anteriores a ahora, donde hemos vivido seis olas. (El señor compareciente apoya su intervención con una presentación digital). Yo soy aragonés, soy de Zaragoza, y en Aragón hemos vivido incluso una séptima ola, porque tuvimos en julio de 2020 en el este de Huesca y oeste de Lérida un brote cuando España estaba más tranquila debido a los trabajadores temporales de la agricultura, pero hemos ido viendo los avances de la pandemia con estas sucesivas oleadas. Esta última realmente ha sido una ola muy importante, pero también afortunadamente con una gravedad menor a la que habíamos visto anteriormente. Nuestro país, afortunadamente está muy bien y yo creo que esta última ola tan grande que hemos tenido con menos mortalidad, independientemente de la variante, que parece que era menos infectiva. España ahora mismo es el octavo país del mundo con una mayor tasa de vacunación, y creo que eso es algo importante y que se debe a la labor que hemos hecho todos como país, lo que nos ha permitido defendernos mucho mejor en esta última ola. Tanto es así, que si se fijan en la gráfica de la izquierda se ve cómo ha ido disminuyendo la letalidad, de manera que con ómicron ha llegado a estar a niveles incluso inferiores que la gripe estacional. Y en la gráfica de la derecha se compara la mortalidad a mitad del año 2020. Vemos que la mortalidad de la COVID-19 era diecisiete veces superior a la de la gripe, y en marzo de este año estamos en unos niveles prácticamente similares de mortalidad, lo cual quiere decir que la pandemia va cambiando y que tenemos que ir adaptándonos según va cambiando esta pandemia. Estas gráficas reflejan, con unos tonos más claros, que la ocupación de camas de agudos, la ocupación de camas de UCI va disminuyendo afortunadamente. Todavía hay zonas que han tenido una incidencia mayor y tienen una ocupación mayor, pero en el conjunto de España vamos mejor, y yo quiero recalcar, como decía, que los internistas hemos estado allí.


En el año 2020, ocho de cada diez pacientes que ingresaban en un hospital con COVID-19, que no tuvieran enfermedades agudas o que no fueran críticos, eran atendidos por especialistas en medicina interna. En esta foto de la derecha salgo yo con un equipo de protección individual que realmente deja mucho que desear y que era el que se usaba inicialmente por la gran competencia a nivel mundial que había por conseguirlos. No había suficientes equipos y sí una gran competencia, pero los internistas estuvimos allí con los equipos que había, atendiendo al 80 % de esos pacientes. Y no solo eso, los internistas, en plena época, duplicábamos turnos, trabajábamos tardes, trabajábamos sábados y domingos, porque creíamos que había que hacerlo así. Aun así, sacamos horas para investigar y conocer mejor lo que era la enfermedad nueva de la COVID-19 y establecimos un registro llamado SEMI-COVID, donde participaron 700 internistas de 137 hospitales y se han metido 25 000 pacientes. Esto nos ha permitido hacer estudios de investigación y publicar en revistas de alto impacto para ver la repercusión y la gravedad que tenía en los profesionales sanitarios; diferencias de género para ver factores pronósticos; para establecer sistemas de pronóstico; para conocer cómo iban a evolucionar los pacientes. Quiero decir que el compromiso, en este caso, de los internistas fue total no solo en la asistencia, sino en generar conocimiento que nos pudiera ayudar a tratar cada vez mejor a los pacientes.

No he podido traer datos actuales, porque el cierre del conjunto mínimo básico de datos, el CMBD, de 2020 no está cerrado. Les he traído unos datos de mi comunidad, los que he conseguido de Aragón, pero no los pude poner en la diapositiva porque me los facilitaron ayer. Entre 2020 y 2021 en Aragón hubo 18 129 ingresos por COVID-19 y medicina interna atendió a 12 917, que es un 71 %. En 2020 estábamos en el 80 y es cierto que en 2021 el porcentaje ha disminuido. ¿Por qué? Porque ha surgido la necesidad de atender a otros pacientes no COVID que atendemos habitualmente los internistas. Pero es que además de estos pacientes, de estos 12 917, tres de cada cuatro han sido atendidos por áreas de medicina interna general y claramente con éxito. Sin embargo, cuando vamos a los pacientes ingresados en medicina interna por otras enfermedades diferentes a la COVID, el 95 % han sido atendidos por áreas de medicina interna general.


Quiero decirles esto para que sepan que un internista es un profesional que, aparte de tener una visión amplia, está plenamente bien formado en enfermedades infecciosas, y esto lo hemos demostrado en otras crisis. Algunos de ustedes seguro que recuerdan la crisis del aceite tóxico, que inicialmente se creía que podía ser por un germen, se hablaba de micoplasmas y se habló de otros gérmenes, pues allí estuvieron los internistas atendiendo a estos pacientes. Cuando surgió la epidemia del virus de la inmunodeficiencia humana fueron los internistas los que estuvieron atendiendo a estos pacientes cuando había otros profesionales hospitalarios que no los querían atender ―afortunadamente, esto ha ido cambiando―, e incluso en la alarma del virus ébola mi hospital, que es un hospital de Zaragoza pequeño, el Hospital Royo Villanova, era uno de los siete hospitales de referencia para atender a pacientes con virus ébola, y no tenemos una unidad ni un servicio específico de enfermedades infecciosas; los propios internistas atendimos esas sospechas. Afortunadamente no hubo ningún caso declarado, solo los tres que estuvieron ingresados en el Carlos III, como saben, pero estuvimos allí.


Ahora nos vienen otros problemas, nos viene todo lo que es el Long COVID y la COVID persistente, porque las personas que han sufrido la infección por COVID mantienen síntomas en el tiempo en un porcentaje relativamente alto, y somos los internistas, junto con los médicos de familia, los que en el hospital ―por favor, tengan en cuenta que yo me estoy refiriendo casi siempre al hospital porque es mi ámbito― estamos atendiendo a los pacientes con COVID persistente con consultas monográficas sobre este asunto, porque es un problema que está allí y que va a demandar atención en un porcentaje importante de la población.


Nosotros, como Sociedad Española de Medicina Interna, hemos participado en la elaboración de protocolos y documentos en relación con otras sociedades para la atención a la COVID en general, al post-COVID y a la COVID persistente con sociedades de atención primaria como Semergen, la Sociedad Española de Directivos de la Salud, Sedisa, o con fundaciones como, por ejemplo, el Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria. Quiero decir que el compromiso es asistencial, el compromiso es investigador, pero el compromiso también es la organización para el futuro de la atención a nuestros pacientes. Esto es lo que estamos haciendo en medicina interna los internistas, pero sabemos que además de la atención a la pandemia, el COVID-19 ha tenido otras repercusiones.


En esta gráfica pueden ver que ha habido un exceso de mortalidad por encima de lo esperado solo por la pandemia. Quiero decir que la pandemia ha repercutido en pacientes que no tenían COVID-19, y tanto es así que la OCDE decía que la expectativa de vida en España ahora mismo es equivalente a la que teníamos en 2011. O sea, nuestra expectativa de vida ha empeorado desde 2019 hasta la actualidad, momento en el que estamos en los niveles de 2011. ¿Por qué? Probablemente porque inicialmente la pandemia, por desgracia, se cebó en las personas más vulnerables y, por lo tanto, fallecieron muchos de ellos, y eso ha influido en que nuestra expectativa de vida haya disminuido. Seguro que ustedes conocen a Carina Escobar, que es la presidenta de la plataforma de pacientes y que habrá estado aquí con ustedes en más de una ocasión. Pues bien, nosotros participamos con ellos en el Observatorio de la Atención al Paciente y, efectivamente, hay un impacto importante de la COVID-19 en otras enfermedades, y así lo hemos visto también en otros informes, como el de la plataforma Cronicidad: Horizonte 2025 en la que participamos.


Nosotros, como Sociedad Española de Medicina Interna, estamos poniendo ahora mismo en marcha, junto con las tres sociedades de atención primaria, un estudio para ver el impacto que la pandemia ha tenido y tiene en las personas que no tienen COVID-19. Nos gustaría contar con el apoyo de ustedes, senadores y senadoras, porque una de las cosas fundamentales que necesitamos, y que a veces no es muy fácil de conseguir, son los datos que tienen las comunidades autónomas para poder hacer esta evaluación, y a partir de esos datos nosotros planteamos en cuatro fases cómo ha repercutido en los pacientes con otras enfermedades.


Esta diapositiva muestra los datos de un informe que preparamos justo antes de la pandemia, en 2018, y aquí tengo una copia que luego les dejaré para cada uno de los grupos. Aquí vemos la atención a las enfermedades infecciosas por parte de la medicina interna y por parte de las unidades de enfermedades infecciosas. Entre 2010 y 2014, de todas las infecciones hospitalizadas en el Sistema Nacional de Salud ―incluyendo pediátricas, quirúrgicas, etcétera―, el 54 % ha sido atendido por medicina interna y solo un 6 % por unidades de enfermedades infecciosas, pero la estancia media ha sido menor en los pacientes que han ingresado en medicina interna y el coste también ha sido menor. Si nos vamos a la tabla de abajo, a las personas de más de 65 años, que son las más vulnerables, el 95 % de las infecciones han sido atendidas por especialistas de medicina interna y solo un 4 % por especialistas en enfermedades infecciosas, y también con costes menores y con unas instancias similares. Esto quiere decir que la medicina interna está totalmente preparada para atender las enfermedades infecciosas.


Estas son las altas del último CMBD que tenemos de 2019, las altas en medicina interna, los diez procesos más frecuentes, cinco de los cuales son: neumonía, otros trastornos del aparato urinario, que incluye las infecciones del tracto urinario, sepsis, infección aguda del tracto respiratorio inferior, neumonitis debidas a sólidos o líquidos. Todo ello sin querer contar que, por ejemplo, enfermedades pulmonares obstructivas crónicas en ocasiones ingresan por agudizaciones que son infecciosas. Quiero decir que los procesos infecciosos más frecuentes los está atendiendo medicina interna. En este sentido, medicina interna está dando en total 696 789 altas al año, muy por encima de cualquier otra especialidad u otro servicio.


A veces se nos plantea cómo debemos atender las enfermedades infecciosas, e incluso hay debates sobre si se deben crear o no nuevas especialidades. En esta diapositiva tienen dos mapas de Europa y los colores son más o menos superponibles. A la izquierda está la especialidad de microbiología, y hay muchos países europeos donde microbiología no es una especialidad específica como aquí, sino que es una subespecialidad de la especialidad de medicina de laboratorio. Y a la derecha tenemos los países donde está reconocida la especialidad de enfermedades infecciosas como especialidad única y troncal, y el mapa prácticamente se superpone, de manera que cuando la microbiología es una subespecialidad de laboratorio existe la especialidad de infecciosas, y cuando la microbiología es una especialidad con entidad clínica propia las infecciosas son una subespecialidad, pero no una especialidad. Esto no hace más que reflejar que los profesionales que manejan, entienden y tratan las infecciones a nivel hospitalario son los microbiólogos en los laboratorios y los internistas en la clínica de atención a los pacientes, y se compensa una cosa con otra en función de la organización de cada uno de los países.


En España somos los internistas generales los que, como les he demostrado, atendemos más a las enfermedades. En esta diapositiva les muestro los datos de España en cuanto a número de especialistas y personas que se dedican a las enfermedades infecciosas, donde somos los terceros de Europa; o el número de servicios por millón de habitantes, donde estamos muy por encima, y fíjense cómo en microbiología estamos muy por encima de cualquier otro país europeo. Esto está en el dossier que luego les dejaré. Pero fíjense, respecto a la mortalidad en neumonía, que es el proceso infeccioso más frecuente, los últimos datos que tenemos en España son muy inferiores a la media de la Unión Europea, y son muy inferiores a otros países de nuestro medio, como Alemania, Suecia, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, Polonia o Reino Unido. Es decir, nuestra forma de organizar la atención a las enfermedades infecciosas es una forma exitosa que garantiza buenos resultados para la población.


Arriba a la izquierda de la diapositiva tienen unos datos de ingresos por VIH y se ve cómo han ido disminuyendo. Las personas con infección por VIH ahora no se mueren de infecciones ni de tumores, se mueren de enfermedades cardiovasculares porque afortunadamente con la triple terapia, con la terapia antirretroviral de alta resolución, se ha conseguido controlar la enfermedad y tienen una supervivencia prácticamente similar a la de las personas no infectadas por VIH. Luego tenemos que enfocar nuestra forma organizativa hacia los problemas que tienen estos pacientes de otro tipo y no pensar en lo que ocurría en los años ochenta o noventa. También a la derecha tienen otra tabla donde se ven las tasas de supervivencia en pacientes de entre 15 y 99 años; vemos que España está en unos niveles muy buenos.


No quiero alargarme mucho, simplemente quiero decirles que en España los internistas han liderado la atención a la pandemia, pero además han liderado la atención a las últimas crisis sanitarias que han existido a nivel hospitalario. Por supuesto, la labor de los médicos de atención primaria ha sido fundamental, encomiable, y lo sigue siendo en la atención comunitaria. También quiero que sepan que en los últimos años los internistas han desarrollado formas innovadoras de asistencia a los pacientes ―hospitales de día, hospitalización a domicilio, teleasistencia, unidades de corta estancia― que lo que hacen es cumplir con las expectativas de los pacientes, que quieren tener una buena atención lo más cercana a su domicilio y a poder ser ingresando lo menos posible, y ahí estamos. Además, los internistas son especialistas versátiles, tienen una formación amplia, holística, con una visión gradual, y eso permite que el internista hoy se pueda dedicar a atender urgencias, mañana o el año que viene pueda atender cuidados paliativos, dentro de cinco años pueda atender enfermedades infecciosas y dentro de diez, enfermedades autoinmunes o enfermedades de riesgo vascular; esto en cuanto a áreas concretas. Es decir, ahora mismo con el envejecimiento de la población, con la aparición de la multimorbilidad, que es nuestro principal problema, lo que necesitamos son profesionales versátiles que puedan dar respuesta a todas estas necesidades y que además puedan dar respuesta a las emergencias sanitarias que nos puedan venir.


Sin embargo, tengo que decirles que ahora mismo Medicina Interna, como ocurre con Atención Primaria, tiene un verdadero problema: no hay profesionales para cubrir las plazas.

Va a haber una renovación porque va a haber jubilaciones tempranas. Nuestro Sistema Nacional de Salud se extendió en los años ochenta o noventa, entraron muchas personas entonces que eran jóvenes y que ahora están ya próximas a la jubilación y debemos tener relevos suficientes. Yo les puedo decir que, ahora mismo, nosotros, en la Sociedad Española de Medicina Interna, tenemos anunciados contratos fijos de larga duración, de dos años, y no encontramos ningún internista que pueda coger esos contratos porque ya está trabajando. No estoy hablando de la España vacía, que efectivamente lo sufre, sino de contratos en ciudades grandes, sitios que pudieran ser, teóricamente, más atractivos, pero el problema es que no tenemos profesionales. Lo que les quiero transmitir a todos ustedes es que la atención primaria fuerte es fundamental para sostener nuestro sistema sanitario y que la medicina interna fuerte es fundamental para sostener nuestro sistema hospitalario. Así lo ha sido y no podemos olvidarlo. Por eso, quiero dejarles este último mensaje que lanzábamos: manejar la COVID, manejar la pos-COVID, no solo en cuanto a COVID persistente, sino en la atención a los enfermos crónicos que no se han podido atender como se debía en estos dos últimos años de pandemia, y la reestructuración del Sistema Nacional de Salud va a ser imposible sin contar con la medicina interna. Por eso, les pido que valoren la medicina interna y, también, que hagan esfuerzos para que se formen los especialistas más necesarios ahora mismo en nuestro Sistema Nacional de Salud, que son los especialistas con una visión holística, fundamentalmente, los médicos de familia y los internistas.


Muchas gracias. (Aplausos).


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, doctor Díez, por esta defensa tan apasionada de la medicina interna, porque, desde luego, casi todos tenemos la sensación de que es el médico hospitalario por excelencia de asistencia clínica, del día a día, de las complicaciones de todas las especialidades, etcétera. Abrimos, para los grupos que quieren usarlo, un turno de preguntas, de cualquier duda o de las consideraciones que crean oportunas.

Empezamos, como siempre, de menor a mayor. Senador Marín, que es también médico, tiene la palabra.


El señor MARÍN GASCÓN: Gracias, presidente. Doctor Díez Manglano, bienvenido.


Como presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna, le felicitamos y le agradecemos el trabajo realizado durante toda esta crisis sanitaria grave, provocada por la pandemia de la COVID-19.



Si me permiten, quisiera incidir sobre algunos puntos que nos parecen importantes en relación con la COVID-19. La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de los servicios de urgencias que ofrecen los hospitales españoles, así como la medicina de urgencias extrahospitalaria. Se ha hecho evidente, asimismo, que la dotación de los servicios de urgencia, tanto a nivel técnico como a nivel humano, es insuficiente ya en circunstancias normales y se desborda en situaciones especiales, como la pandemia actual. Por ello, en marzo de 2021, presentamos en el Congreso una proposición no de ley para el reconocimiento de la especialidad de medicina de urgencia y emergencia, pero el Partido Socialista y sus coaligados la rechazaron. En Vox estamos muy preocupados por la deriva que está tomando la sanidad pública, en especial, por la falta de profesionales sanitarios, que se ha convertido en un problema estructural de carácter nacional. Tras el incremento de las listas de espera, la disminución de la calidad asistencial va a verse gravemente afectada; ya lo está, y si no lo está más es por el esfuerzo y la capacidad de adaptación de las plantillas, que han ido asumiendo, en muchos casos, mucha más carga de la tolerable. La falta de médicos especialistas en algunos hospitales es un asunto muy serio y preocupa a nuestro grupo.


Por otro lado, esta misma Comisión de Sanidad del Senado rechazó nuestra propuesta de promover la investigación del origen de la pandemia de la COVID-19 en España y, nuevamente, el Partido Socialista y sus coaligados se opusieron.


Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, senador Marín.


Por el Grupo Parlamentario Democrático, ¿quiere hacer uso de la palabra su representante?

El señor SÁNCHEZ LÓPEZ: Intervengo, simplemente, para disculparme por el retraso y dar las gracias por la comparecencia y por la asistencia.


Buenos días.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señoría.


Por el Grupo Nacionalista no está el representante.


Por el Grupo Parlamentario de Izquierda Confederal, ¿quiere hacer uso de la palabra?


El señor MULET GARCÍA: Solo quiero darle las gracias por la intervención.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Mulet. Por el Grupo Vasco, la señora Ahedo no está.


Por el Grupo Esquerra, ¿van a intervenir?


La señora BIDEGUREN GABANTXO: No vamos a intervenir, pero damos las gracias por la exposición. Muchas gracias.


El señor PRESIDENTE: Por el Grupo Parlamentario Popular, señor Román, tiene la palabra.


El señor ROMÁN JASANADA: Buenos días.


Muchas gracias, doctor Díez Manglano, por su presencia aquí hoy, por la defensa, como decía el presidente, apasionada. Yo creo que una persona defiende lo que cree y lo hace con el convencimiento y con toda la pasión que lleva dentro.


Quiero agradecer a toda la profesión sanitaria, a todos los médicos y, especialmente, a los internistas, que han liderado en muchos hospitales la atención a ese paciente ingresado durante las seis olas —hablaba de una séptima en Aragón—, durante estos dos años que llevamos sufriendo con la pandemia. Al principio, luchaban con escasos recursos, con escasos medios de protección, con desconocimiento de qué era lo que nos venía, con desconocimiento de por qué se producía la enfermedad, de lo que estaba ocurriendo en el cuerpo de las personas. Se ha ido afrontando y, poquito a poco, venciendo esta pandemia. Por tanto, agradezco, en nombre del Grupo Popular, a todos los médicos, en este caso, a los internistas.


Respecto a su intervención, querría que aclarase dos o tres cuestiones. Hoy vamos a debatir, casualmente, una moción, en la cual todos los grupos políticos tratamos de ponernos de acuerdo, sobre el long COVID o COVID persistente, una entidad todavía no codificada como enfermedad, pero que se vincula a este término más de 200 síntomas diferentes. No quiero hablar del origen y de qué es la enfermedad, sino de cómo atender esta enfermedad. Si hablamos de que un 10 % de los pacientes que han sufrido la enfermedad puede tener esta sintomatología, sin duda, estamos hablando de un problema de magnitud importante. Mi manera de enfocarlo es que hay que atenderlo —como decía usted— viendo a la persona, a la colectividad como un todo, y afrontando los diferentes síntomas que pueden afectar a un órgano o a otro con una visión integradora. Ahí la atención primaria y la medicina interna tienen un papel importante. ¿Cómo piensa usted que es mejor organizar la atención a estos pacientes en todo el territorio español? Esta es la primera reflexión.



En segundo lugar, un tema que se debate y sobre el que se presentan mociones a las Cámaras, al Congreso y al Senado, es el relacionado con nuevas especialidades; yo le añado también la de medicina de urgencias y emergencias. Usted, en su intervención, ha hablado mucho de enfermedades infecciosas y mi pregunta concreta es si considera que estas especialidades o estas futuras, próximas o posibles especialidades deben ser especialidades desde el origen o deben ser áreas de capacitación específica con un tronco común, como pudiera ser la medicina interna, y esta, quizás, pueda ser la solución.


Y, por último, como ha dicho, hacen falta más plazas MIR. ¿Qué cree que debemos hacer en las Cámaras para que haya más internistas de manera inmediata y no tener un problema de aquí a unos años?


Gracias, presidente.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, senador Román.


Por el Grupo Socialista, tiene la palabra la senadora Carmona.


La señora CARMONA DELGADO: Muchas gracias, señor presidente. Doctor Díez Manglano, sea usted bienvenido a esta Cámara.


Reconocemos que la Sociedad Española de Medicina Interna, fundada en 1952, desempeña, cómo no, una labor fundamental y de alta calidad en la defensa de su especialidad —la medicina interna—, de sus profesionales, de las y los pacientes y contribuye a la mejora continua de nuestro Sistema Nacional de Salud. Es una sociedad que ha abogado, con su actividad, por la excelencia en la esfera clínico-asistencial, en el campo formativo —usted lo ha mencionado— y en el campo investigador. La SEMI ha defendido, durante todas estas décadas, esta especialidad, caracterizada por ser polivalente, generalista, humanista, con una visión global del paciente y profesionales altamente cualificados, preparados y entrenados a nivel científico, que buscan soluciones a problemas complejos en el manejo de la incertidumbre, en el contexto clínico y en la investigación, bajo profundos principios y estándares éticos, con el fin último de mejorar la calidad de vida de las personas asistidas desde una perspectiva integradora y holística, como digo, que define esta especialidad. Al igual que la atención primaria —a la que le agradezco su mención como pilar básico de la extrahospitalaria—, bajo una visión centrada en el paciente, como debe ser, basada en la evidencia científica y fuertemente comprometida con los principios éticos de la práctica médica, la medicina interna española ha desempeñado un rol vertebrador clave, y hoy lo reconocemos aquí con su visita; un rol vertebrador clave para dar respuesta a múltiples contextos de crisis sanitarias —que usted bien ha relatado— en estas últimas décadas, desde los años ochenta, con el VIH/sida, transcurriendo por el síndrome del aceite tóxico, la crisis del ébola o la actual pandemia de la COVID y el síndrome long COVID, que actualmente estamos padeciendo.


El Grupo Parlamentario Socialista está a su entera disposición para atender las necesidades reales que usted y su sociedad así consideren. Expresamos aquí nuestro agradecimiento por su comparecencia, por su labor continua, así como nuestro reconocimiento y más sincera felicitación en los setenta años de vida de la sociedad, cumplidos el pasado mes de febrero.

Muchísimas gracias y salud. (Aplausos).


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, senadora Carmona.


Por el tiempo que considere oportuno, tiene la palabra el doctor Díez para cerrar el debate.

El señor PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MEDICINA INTERNA, SEMI (Díez Manglano): Muchas gracias a todas las senadoras y todos los senadores por la excelente acogida y por sus palabras.



Yo solo quiero decirles que en medicina interna hemos estado, estamos y estaremos allí. Yo ya tengo unos años. Cuando yo era residente de medicina interna, tenía que oír: la medicina interna va a desaparecer. Han pasado muchos años y la medicina interna no solo no ha desaparecido, sino que sigue y cada vez es más necesaria porque nuestra población cambia, nuestra población envejece, no tiene una única enfermedad, sino que tiene varias y hacen falta especialistas con esta visión global y holística que puedan atenderles de sus múltiples problemas sin necesidad de tener que consultar con múltiples especialistas.


Voy a contestar y aclarar algunas de las intervenciones. Querría plantear lo siguiente. Indudablemente, la persistencia de los síntomas de la COVID, lo que llamamos long COVID —no estoy hablando de secuelas, que sí merecen una asistencia concreta, como cualquier otra enfermedad, sino que estoy hablando de persistencia de síntomas—, es algo que está ahí, que de momento afecta a una parte importante de las personas que han padecido una COVID-19, con independencia de la gravedad de la enfermedad que han tenido, y creo que esto requiere dos cosas fundamentales. Hay que estudiarlo bien, es decir, si queremos hacer una buena asistencia a los pacientes con COVID persistente, tenemos que hacer una buena investigación de lo que es para aportar unos cuidados que estén basados en las evidencias disponibles que tengamos. Esto es una obligación de la medicina interna, es una obligación de la atención primaria, pero es una obligación de todo nuestro sistema sanitario y de toda nuestra sociedad en general. No puede ser que reproduzcamos lo que ocurrió al principio de la pandemia, en la que yo fui partícipe, como todos los médicos en España. Era una enfermedad nueva que no sabíamos, exactamente, qué tratamiento podía tener, unos pensaban que hidroxicloroquina, otros ritonavir, otros corticoides a dosis bajas, otros corticoides a dosis altas, y hubo una gran variabilidad. Es verdad que era algo nuevo y, ante algo nuevo, hay que hacer lo que se puede. En este caso, es algo nuevo, pero tenemos que estudiarlo bien, dar unos cuidados claramente basados en la evidencia que existe. Una de las cosas que sabemos es que hay un 10 % de personas que tienen síntomas de COVID persistente, pero también sabemos que, en un plazo de entre tres y seis meses, en muchos casos, esos síntomas han desaparecido, lo cual no quiere decir que tenemos que olvidarnos de esas personas, sino que tenemos que prestarles la atención que necesitan durante ese tiempo hasta que les desaparezcan sus síntomas, para ayudarles a que lo lleven lo mejor posible, a que puedan hacer una vida con la mejor calidad posible durante ese tiempo. Luego estarán aquellos en los que los síntomas duren más tiempo. Para esto, hay que hacer equipos multidisciplinares de atención, que tienen que estar perfectamente coordinados, por una parte, por los médicos de atención primaria, por otra, por los internistas, que somos los que estamos viendo, fundamentalmente, las consultas de COVID persistente en los hospitales, pero también de otros especialistas y otros profesionales sanitarios, y allí tiene que estar el concurso o la participación de rehabilitadores, de fisioterapeutas, en algunos casos de terapeutas ocupacionales y, por supuesto, de profesionales de salud mental para que ayuden a llevar esta situación a estas personas. Tiene que ser una atención en equipos integrados para ayudar a aquellos que en un plazo —no voy a decir ni breve ni largo— de tres o seis meses van a mejorar y, sobre todo, también para ayudar a aquellos en los que los síntomas persistan más tiempo. Tenemos que organizar equipos multidisciplinares integrados y bien organizados para atenderlos. Por supuesto, todos estos cuidados deben estar basados en la mejor evidencia que haya entonces disponible.


Yo he hablado mucho de la atención a enfermedades infecciosas porque creo que, cuando mi sociedad viene al Senado para hablar de la COVID, lo lógico es que focalicemos nuestra intervención en enfermedades infecciosas, aunque, como digo, está todo el resto de enfermedades. Como les decía, yo, que tengo unos años, acabé mi especialidad, he estado trabajando en una consulta monográfica de VIH, del virus de inmunodeficiencia humana, he estado trabajando tres años en un servicio de urgencias hospitalario, he estado trabajando en un hospital psiquiátrico de larga estancia como internista, con enfermos de salud mental, y llevo más de veinte años trabajando en un hospital de agudos. Yo soy un ejemplo de lo que ocurre con muchos internistas, no es que yo sea especial. Quiero decir que los internistas son plásticos y versátiles en su forma de atender a los pacientes y lo que está claro es que nosotros tenemos que buscar y promocionar estos profesionales. Atomizar la asistencia con la creación de nuevas especialidades que acoten la asistencia muy clara, creo que nos generará problemas en el futuro y nos dará menos plasticidad para cambiar el sistema sanitario.


Hemos hablado ya de las enfermedades infecciosas.


¿Qué ocurre con las urgencias? El problema de las urgencias, en mi opinión, es muy amplio, influyen muchas cosas. En este caso, la pandemia, por lo que es, influye en que la población ha cambiado, quiere una respuesta, si no inmediata, lo más rápida posible ante su problema de salud y, en ocasiones, se va hacia el circuito de la urgencia, en lugar de seguir el circuito habitual, y eso hace que se necesiten más profesionales. Hay muchos profesionales de atención primaria que han estado un tiempo en las urgencias, extrahospitalarias u hospitalarias, y luego están en su centro de salud y, además, han desempeñado ambas labores con gran éxito y gran efectividad. Yo creo que esto es lo importante, tener personas versátiles. Por otra parte, tanto las enfermedades infecciosas como las urgencias son áreas de conocimiento transversales. Los pediatras hacen urgencias y atienden enfermedades infecciosas. Los traumatólogos hacen urgencias y atienden infecciones, como las artritis sépticas o infecciones quirúrgicas. Los cirujanos atienden abscesos, hacen urgencias, etcétera. Hay aspectos que son connaturales a todas las profesiones, en este caso médicas, a las que me refiero, pero profesiones sanitarias, entonces, compartimentar esto es muy peligroso, primero, porque disminuye la versatilidad de los profesionales, y segundo, porque a veces puede generar conflictos de interés dentro de los propios profesionales.



Solo les quiero hacer una pequeña reflexión. Si desarrollamos la especialidad de urgencias y va a ser hospitalaria y extrahospitalaria, ¿podemos decir a muchos médicos de atención primaria que están atendiendo las guardias en entornos rurales que a partir de las cinco de la tarde lo tienen que atender profesionales de urgencias y que su sueldo va a ser mermado un 30 o un 35 %? Esto supondría echar gasolina y prender fuego en la profesión sanitaria. Estas cosas hay que valorarlas también a largo plazo y, a veces, un área de capacitación específica que permite que diferentes profesionales tengan una formación en ese aspecto, sin renunciar a la suya previa, permite también que durante un tiempo un profesional pueda dedicarse a un área y durante un tiempo a otra. Si mejoran todos los sistemas de telemedicina, no puede ser que esa inmediatez, que a veces lleva a consultar las urgencias, disminuya en diez años si mejoramos otros sistemas de atención que no requieran el desplazamiento del paciente. Quiero decir que todo esto hay que meditarlo mucho y, desde luego, si estamos en un paradigma de necesidad de profesionales porque no tenemos los suficientes para atender las necesidades existentes, cuanto más parcelemos, más problemas vamos a tener. Por eso, nosotros, como Sociedad Española de Medicina Interna, somos partidarios de reconocer el conocimiento en estas áreas para aquellos profesionales, pero como un área de capacitación específica que no parcele que el profesional solo pueda dedicarse a atender esa área y permita que con la evolución del sistema sanitario pueda cambiar de un área a otra.


Quiero entroncar esto con que, efectivamente, hay un gran problema de relevo de profesionales, como he dicho. Primero, por el aumento de la esperanza de vida de la población; segundo, por el envejecimiento propio de los profesionales que iniciaron el desarrollo del Sistema Nacional de Salud y que ahora ya se están jubilando o en vísperas de jubilarse; y, tercero, porque lamentablemente hay una parte de nuestros graduados que van a ejercer a otros países, por dos razones: una, porque a lo mejor en ocasiones las condiciones laborales o económicas pueden ser mejores y, otra, porque vivimos en un mundo globalizado y si a mí me costaba marcharme a vivir a otro país, a mis hijos, que hablan idiomas, que han estado de Erasmus, no les cuesta. Nosotros tenemos que garantizar que nuestros profesionales tengan una muy buena formación. Yo no dudo de que un profesional que venga del extranjero pueda tener una buena formación, pero si se ha formado en nuestro país conozco la formación que ha tenido y, por lo tanto, el nivel de conocimientos y habilidades que ha adquirido. En ese sentido, pensamos que hay que aumentar las plazas, especialmente las plazas de MIR, las plazas de formación, esas especialidades que son versátiles, que son la base del sistema sanitario y que permiten la transversalidad y el cambio de un área de asistencia a otra, que son fundamentalmente la medicina familiar y comunitaria en el área extrahospitalaria y la medicina interna en el área hospitalaria. Esto es algo que tenemos que plantear y no debemos olvidar que las decisiones que tomemos hoy tendrán repercusión en 2035, porque tras seis años de carrera y cuatro o cinco de especialidad, el profesional se incorporará dentro de once o doce años.


Si quieren preguntar alguna otra cosa, estoy a su disposición.


Muchas gracias de nuevo por invitarnos a venir y escucharnos con tanto interés.


El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, doctor Díez. Los senadores ya no hacen más uso de la palabra porque tenemos que continuar la sesión con una serie de mociones.


Ha sido un placer escuchar sus reflexiones, que considero muy acertadas, y quiero pedirle, una vez más, disculpas por la tardanza debido a la pandemia; probablemente en aquella época pesaba un poco más la medicina preventiva, pero reconozco que fue un fallo porque la medicina interna, sin duda, tuvo un papel esencial en la asistencia y en el tratamiento de los pacientes con COVID. No fue lo único, hubo más profesionales, los de cuidados intensivos, los de atención primaria, como usted mismo ha dicho.


Esperemos que vuelva a comparecer, pero por otras razones, no por la pandemia, sino para hablar de problemas de salud que pueda haber en el futuro. Le recibiremos con los brazos abiertos.


Muchas gracias.


Señorías, hacemos una pausa para despedir al doctor Díez y continuamos la sesión. (Pausa).





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