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Otras Comparecencias en Comisión

Referencia 219/000815 (07/06/2007)


Comparecencia de don Javier Muñoz González, Jefe de los Servicios de Urgencias y Emergencias del Hospital 'Gregorio Marañón', acordada por la citada Comisión para informar sobre la situación de los servicios de urgencias y emergencias en España.


DS. Congreso de los Diputados Núm. 854 de 12/06/2007


CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS, PARA INFORMAR DE LA SITUACIÓN DE LOS SERVICIOS DE URGENCIA Y EMERGENCIAS EN ESPAÑA:

— DEL SEÑOR JEFE DE LOS SERVICIOS DE URGENCIA Y EMERGENCIAS DEL HOSPITAL GREGORIO MARAÑÓN (MUÑOZ GONZÁLEZ). (Número de expediente 219/000815.)

— DEL SEÑOR COORDINADOR GENERAL DE CRUZ ROJA ESPAÑOLA (BRUEL). (Número de expediente 219/000816.)

— DEL SEÑOR DIRECTOR GENERAL DE SEGURIDAD Y EMERGENCIAS DEL GOBIERNO DE CANARIAS (GARCÍA DE LAS CASAS). (Número de expediente 212/001600.)


El señor PRESIDENTE: Señorías, damos inicio en el Congreso de los Diputados a esta sesión de la Comisión de Seguridad Vial. La sesión de hoy es la última de las programadas en este ciclo que se ha realizado en relación con el análisis y propuestas de futuro de los sistemas y servicios de urgencia y emergencias en España. Diversas sesiones de esta Comisión han sido dedicadas a este tema y esperamos que puedan finalmente contribuir a una propuesta de este Congreso de los Diputados sobre estos aspectos que han sido de gran interés. Hoy agradecemos su asistencia a los tres comparecientes, a don Javier Muñoz González, jefe de los Servicios de Urgencias y Emergencias del Hospital Gregorio Marañón; a don Toni Bruel, coordinador general de la Cruz Roja Española, y a don José Andrés García de las Casas, director general de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias. A los tres les damos la bienvenida al Congreso que los Diputados, a esta Comisión de Seguridad Vial. Daríamos la palabra a los tres simultáneamente, en primer lugar tendría la palabra don Javier Muñoz González, después don Toni Bruel y finalizaría don José Andrés García de las Casas. Por tanto, en primer lugar y por espacio de unos 10 o 12 minutos, tiene la palabra don Javier Muñoz González.


El señor JEFE DE LOS SERVICIOS DE URGENCIA Y EMERGENCIAS DEL HOSPITAL GREGORIO MARAÑÓN (Muñoz González): Quiero agradecerles la invitación a comparecer ante ustedes. El tema que me propusieron fue la situación de los servicios de urgencia y emergencias y vengo a explicarles mi visión de esta cuestión en relación con la seguridad vial y los accidentes de tráfico como responsable de los servicios de urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Para hablar de la situación de los servicios de urgencia y emergencias, he querido empezar por presentarles a ustedes en esta imagen la situación en otros lugares, no ya solo en nuestro país, para poderla comparar y tener una noción un poco más clara de lo que estamos viviendo. Esta gráfica representa la situación que se está viviendo en Estados Unidos. Como ven ustedes, la gráfica de color rojo de arriba representa, desde el año 1994 hasta el año 2004, el número total de visitas al departamento de emergencias de ciudadanos norteamericanos en este país, que se ha estancado en los últimos años. Actualmente están recibiendo una tasa ajustada, en torno a las 370 visitas por cada mil ciudadanos y año. Este artículo se titula de la manera tan gráfica que aparece ahí: Crisis en el departamento de emergencias, del que es autor Kellerman, médico que trabaja en Alabama; y está publicado en la revista más prestigiosa sobre medicina, que probablemente ustedes conocen, que es New England Journal of Medicine, hace unos cuantos meses. Hablar de la crisis del departamento de emergencias parece casi un axioma, una reiteración; los departamentos de emergencias siempre están en crisis pero ellos más todavía, y él lo argumenta de una forma gráfica diciendo que al aumento de las emergencias se asocia especialmente la reducción del total de hospitales y del total de departamentos de emergencias para atenderlos. Como ven ustedes, en una década se ha reducido prácticamente a la mitad en aquel medio sanitario.


Afortunadamente nosotros estamos muy lejos de esa situación. Nuestro sistema sanitario está aumentando su capacidad para atender emergencias. Les llamo la atención sobre este número: 369 visitas en el año 2004 por cada mil habitantes en Estados Unidos. Realmente, en España hace diez años ya estábamos por encima de esa cifra, es decir, estamos muy por encima de las necesidades sanitarias que nuestros ciudadanos demandan a los responsables de urgencias. Como ven ustedes, ha ido subiendo: en el año 1994, 390, en el año 2000, 508 habitantes, más de la mitad de los ciudadanos acudían una vez al año, al menos, a los hospitales a demandarnos asistencia sanitaria; y el último dato de consistencia fiable en la encuesta nacional de salud está ya en las 554 visitas por mil habitantes y año. Como ven ustedes, prácticamente —si me permiten la exageración— duplicamos la demanda norteamericana en nuestro país para un mismo modelo sanitario de un país civilizado, un país occidental.


Además, esa demanda, por lo que sabemos, no es uniforme en todo el país, es decir, hay comunidades autónomas que están soportando valores por encima de 650 visitas al año; en la que yo trabajo, estamos en una zona templada, por así decirlo, está en torno a las 500, o algo más, visitas por mil habitantes y año. Yo vengo de un hospital que tiene más de cuatro siglos de existencia, lo que siempre nos permite presumir delante de los colegas extranjeros, que no se lo creen del todo. Ha cambiado dos o tres veces de sede, la última hace 40 años, y se nos asignó —seguimos recibiendo esos pacientes— un área sanitaria amplia que tiene una forma triangular, como ven ustedes, que llega hasta la periferia de la Comunidad Autónoma de Madrid, con cuatro distritos fundamentales: Arganda, Moratalaz, Retiro y Vallecas, distritos que han sufrido una modificación sustancial a lo largo del tiempo y que tiene un paralelismo clarísimo con la situación inmobiliaria de nuestra comunidad autónoma; el sitio barato ha crecido de una forma tremenda y el sitio más caro probablemente de Madrid ha bajado en cuanto al número de habitantes. En cualquier caso, la población que tiene derecho a usar nuestra urgencia, aunque a eso tienen derecho todos los ciudadanos que pasen por la puerta de urgencias, atendemos a todos los ciudadanos y no les preguntamos de dónde son, pero de una forma general se podría decir que estamos capacitados o tenemos que prepararnos para dar asistencia a más de 700.000 personas. Por cierto, nuestra área sanitaria tiene esta característica de pirámide truncada que tienen todas las pirámides poblacionales de España en este momento, un poco mayor incluso que la media, incluso mayor que la media madrileña. Esta es la nacional, que es superponible.


Como les decía, nuestra asistencia es mucho mayor que la que está descrita en el sistema norteamericano. Por ejemplo, vean ustedes lo que ha pasado en los últimos cuatro años. En el último año, por ejemplo, hemos recibido más de 313.000 visitas, lo que representa un paciente nuevo cada minuto y medio a la puerta de nuestras urgencias, de las que somos responsables. Además tengo la mala suerte, como ustedes comprenderán, de que no vienen ordenadamente, no vienen cada minuto y medio, lo cual haría más fácil organizarlos. El problema del acúmulo de pacientes en la sobrecarga de trabajo es muy notable en nuestro hospital. En el caso de adultos, han venido a nuestro hospital un 42 por ciento más en el año 2006 que en la década anterior, de manera que la presión de urgencias es muy superior al incremento demográfico que tiene nuestra área. Sin embargo, las personas que vienen a nuestra urgencia no siguen exactamente la pirámide poblacional que les he dibujado antes. En realidad, aunque la media es de 50 años, los que menos vienen son los de 50 años, los que vienen más frecuentemente son los que tienen entre 20 y 40 y, desde luego, los más dependientes. La urgencia es un lugar de atención de pacientes dependientes. Como ven ustedes, esta es la pirámide poblacional real que tenemos en nuestro departamento de urgencias.


Una característica de la utilización de los servicios de urgencias, que yo creo que habla por sí misma, es la frecuentación por días de la semana. La urgencia se utiliza para muchas cosas, por ejemplo para tratar patología urgente, pero también para cubrir otras necesidades del sistema sanitario. El hecho de que en nuestro hospital, por ejemplo en adultos, tengamos esta marcada diferencia entre la afluencia de pacientes el lunes o el sábado da una idea de que se utiliza también para complementar otras carencias, deficiencias o características del sistema sanitario. Si les pusiera la gráfica de días y niños, veríamos que es absolutamente especular, inversa. Los niños vienen fundamentalmente en fin de semana.


¿Por qué vienen a nuestra urgencia o cuál es el patrón? Generalmente, los ciudadanos vienen porque así lo deciden ellos. La inmensa mayoría de los pacientes vienen porque así lo deciden. Solo un 3,5 por ciento de los enfermos son tratados por el Samur, que es una de nuestras fuentes esenciales del objeto de esta Comisión, la atención de pacientes con traumatismos o con patologías relacionadas con accidentes de tráfico. Este es nuestro catálogo de prestaciones más frecuentes. Como ven ustedes, no tenemos una patología especialmente brillante. Atendemos más de 7.000 dolores abdominales, más de 6.000 gastroenteritis, muchos resfriados; realmente es un poco pobre, digamos, la categoría de los pacientes que vienen a nuestra urgencia. Les llamo la atención sobre este número: 4.700 y este número: 4.200 resfriados como causa de acudir a nuestra urgencia. Entre esos dos números está el número de pacientes que atendemos por accidentes de tráfico. Si hiciéramos la trampa de considerar el accidente de tráfico como una enfermedad —lo cual no deja de ser una trampa porque igual podríamos decir que una enfermedad es envejecer o fumar, pero vamos a utilizar ese subterfugio—, sería nuestra cuarta causa de consulta en este maremágnum enorme de enfermos que estamos viendo, aunque en el montante global de urgencias que atendemos, solo representa el 1,3 por ciento de todos los pacientes que vemos. En realidad no es tan raro, la encuesta de salud del Instituto Nacional de Estadística dice que hay 807.000 ciudadanos que han tenido un accidente de tráfico en los últimos 12 meses y en la carretera, aunque no sea de tráfico, 796.000 —en la página web del Instituto Nacional de Estadística están los últimos datos—, y lo que sí es cierto es que no todos los accidentes, esa cuarta causa de consulta a nuestro hospital, nos causan el mismo problema sanitario de atención. Los que nos causan un problema gravísimo, los politraumatizados, son el espectro más escaso de todos ellos. La inmensa mayoría de los enfermos, esos 370 ó 380 enfermos que vienen al mes, son atendibles en pocas horas; son muchos enfermos pero se pueden atender en poco tiempo. Nosotros tenemos la suerte de tener un registro prospectivo desde el año 1993 hasta la fecha de todos los enfermos con traumatismos graves que son atendidos en la urgencia de nuestro hospital y son seguidos incluso a posteriori, después de llegar allí. A lo largo de estos 12 ó 13 años solamente hemos registrado unos 1.480 ó 1.500 enfermos, aproximadamente. No son muchos enfermos para tantos años y para tantos enfermos traumatizados, como les he comentado hace un momento, que estamos atendiendo. Yo creo que esto nos da una idea de cuál es la cuestión. Los más graves en su mayoría provienen, en nuestro medio, de accidentes de coche, el 26 por ciento, un 14 por ciento de atropellos y un 11 por ciento de accidentes de moto. La mayoría son varones y, comparado con otros traumatismos graves que tenemos en la misma base de datos, vemos que las cifras están muy próximas a las de los enfermos precipitados, los que se caen de alturas elevadas, o los que reciben traumatismos por arma blanca. Es más infrecuente en nuestro medio, aunque tampoco es desdeñable, el número de enfermos que atendemos por arma de fuego. De manera que el politraumatismo por accidente de tráfico es, de todas formas, el más frecuente de todos los politraumatismos graves que atendemos en nuestro hospital.


En cuanto a la distribución por edades, como es de esperar el traumatizado es un enfermo joven, de 38 años aproximadamente, aunque tenemos pacientes en todos los espectros de edad, y la mayoría son trasladados por los servicios extrahospitalarios. Apenas un 8 por ciento de enfermos son trasladados por sus medios o por personas que les atienden en el lugar del accidente y llegan al hospital en situación muy grave. Muchos vienen ya intubados y la mayoría de ellos tienen traumatismos craneales graves, hasta un 13 por ciento tienen lesiones vertebrales graves y un 68 por ciento lesiones graves en el esqueleto. Esta población de enfermos necesita operación urgente en el momento en el que llega, casi seis de cada diez casos, un 60 por ciento, y ustedes pueden comprender el disturbio organizativo —perdonen la expresión— que causa el tener que atender a este tipo de pacientes. Sin embargo, como ustedes saben mejor que yo, las estadísticas de patología y de mortalidad en este tipo de enfermos infravaloran notablemente la realidad. Como ven ustedes, la estancia media de nuestros enfermos es muy elevada y hay mucha comorbilidad asociada y muchas patologías asociadas después del traumatismo que se olvidan de las estadísticas oficiales, si me admiten la expresión, que recoge normalmente lo que ocurre en las primeras horas de estancia en el hospital. Estos enfermos que llegan al hospital están la friolera de 23 días de promedio, pero hay algunos de ellos que se aproximan a los 200 días de estancia hospitalaria. Además, muchos de ellos mueren después de llegar. El 22 por ciento de los 762 enfermos que llegan a nuestro hospital con esas características por accidente de tráfico han muerto y probablemente no estén engrosando las estadísticas generales de nuestro hospital. De hecho, muchos se mueren, como ven ustedes, incluso hasta dos meses después de llegar a nuestro hospital, sin salir de él. Esto simplemente sirve para recordar ese problema.


Los datos que podemos extraer de la base de datos prospectiva a la que antes hacía referencia remarcan algunos aspectos sociológicos de nuestro país que no dejan de ser curiosos. Por ejemplo, de los enfermos que se han muerto por accidente de moto, el 55 por ciento de los que llegaron a nuestro hospital y murieron no llevaban el casco puesto, según se recoge en la historia clínica, y de los que murieron por accidente de coche después de llegar a nuestro hospital, la friolera del 70 por ciento no habían llevado el cinturón de seguridad puesto cuando sufrieron el accidente de circulación. Eso a pesar de las extensísimas campañas informativas y de la política coercitiva, por decirlo de alguna forma, que se está ejerciendo sobre ese problema. De todas formas, yo creo que esto ilustra bien que las políticas preventivas que se toman están sirviendo. Esto es lo que ha ocurrido, como ustedes saben, con la donación de órganos en España. (El señor vicepresidente, Jiménez Pérez, ocupa la Presidencia.) Se ha quedado en valores de treinta y tantos por millón de habitantes y año, siendo referencia y récord, por así decirlo, de los números que hay en los países occidentales. Sin embargo, aunque se han conseguido los valores más altos, observen lo que ha pasado con las muertes encefálicas y los donantes de órganos debido a muertes encefálicas desde el año 1992 relacionados con los accidentes de tráfico por traumatismo craneoencefálico. La reducción en esta zona azul ha sido verdaderamente marcada. A pesar de que han aumentado notablemente los donantes se ha reducido marcadamente la mortalidad por traumatismo craneoencefálico, a pesar de los números que anteriormente le he dado. Eso se debe fundamentalmente a las campañas preventivas y muy poco, a mi entender, por algunas mejoras terapéuticas que se han podido introducir en los últimos años pero que creo que son absolutamente marginales en los resultados que aquí estamos dando. Traigo algunos datos con los que ilustrar lo que estoy diciendo que a mí me han llamado la atención y seguro que ustedes conocen mejor que yo —los voy a ir poniendo ahí— respecto a la radiografía de esta enorme catástrofe, como por ejemplo que uno de cada tres europeos sufriremos heridas por accidente de tráfico alguna vez en nuestra vida o que en España se producen 800 inválidos graves al año, por ejemplo, por esta causa. Además me ha llamado mucho la atención el enorme costo económico que está asociado a este problema.


No quería acabar sin darles las gracias por haberme invitado y sin decir dos cosas esenciales como médico que atiende a estos pacientes. La primera es que sabemos que no somos lo más importante, es decir, que entendemos que la atención a esta patología debe hacerse antes de que nosotros los tratemos. Los médicos sabemos bien lo que es priorizar y nosotros no somos lo más importante para reducir esta catástrofe respecto de la que antes hacía la radiografía. La segunda es que, una vez que se ha producido el accidente, hay algunas cosas pequeñas que, dentro de lo que se está haciendo, que no es poco, en nuestro país, todavía podrían mejorarse. A mí me parece que esencialmente la asistencia hospitalaria y su coordinación con otros procesos de referencia es un asunto que requiere inversión y que se puede mejorar todavía a pesar de que está funcionando muy bien. Además, como han visto ustedes, no es fácil estar especializado en tratar pacientes politraumatizados, a pesar de ser un hospital muy grande que recibe mucha gente; en realidad les he presentado datos de 1.500 pacientes en 12 años. Es difícil crear equipos integrados muy preparados con gran grado de investigación, de docencia, de formación, respecto a una patología que en realidad no es tan sumamente frecuente, me refiero a la del traumatizado, de manera que una sugerencia, como médico, es que se debería invertir, si es posible, en crear núcleos u hospitales de referencia que acumulen experiencia clínica y capacidad de investigación y de docencia. De nuevo muchas gracias por haberme invitado a esta comparecencia.



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